Cinco cosas maravillosas de la maternidad

Desde el momento que confirmas que vas a ser madre, tu mundo se trastoca. A partir de ese momento, serás responsable de un ser diminuto y frágil cuyos logros serán tus alegrías y sus decepciones, tus preocupaciones. Nadie nace sabiendo cómo ser madre o padre, es una carrera de la que nunca consigues graduarte y que siempre te está poniendo a prueba. Sin embargo, todas las recompensas que te ofrece la maternidad supera con creces los momentos de preocupación y agobio. No hay nada comparable a la sonrisa de tu pequeño para lograr la tuya propia.

Hoy os traemos algunas de las maravillas que nos aporta la maternidad, porque ningún camino es fácil pero las pequeñas recompensas y satisfacciones que nos aporta realmente merecen la pena.

  • Redescubrir las pequeñas cosas. Mientras que los adultos ya dan por sentado todo, para un niño pequeño todo es nuevo. Hechos tan sencillos como imitar los sonidos de los animales para comunicarte con tu pequeño o dar un paseo y que os sobrevuele un helicóptero, harán que veas todos aquellos detalles que has ido dejando pasar, pero que gracias a tu hijo vuelves a reencontrar.

 

  • Cambias de humor. Nuestro humor será una de las cosas que más cambios sufrirá ya que nuestras reacciones ya no nos afectan solo a nosotras, sino que habrá alguien más en quien pensar antes de hablar y actuar. Son muchas las madres que afirman que la maternidad les ha enseñado a “respirar”. Ya no afrontan las situaciones límite con mal carácter, sino que se paran a recapacitar sobre todo, así poseen una visión más realista sobre el asunto y lo pueden tratar con mayor serenidad.

 

  • Una risa cada día. La maternidad y la paternidad no son fáciles, de eso no cabe duda, pero ¿alguna cosa que valga la pena o es? Sin embargo, no habrá un solo día que tu pequeño no te arranque una sonrisa y logres recordar por qué deseabas tan fervientemente ser madre.

 

  • Eres más comprensiva. Ser madre te hace comprender mejor cómo sufrieron tu madre y tu abuela durante aquellas eternas discusiones de adolescencia, de su preocupación por ti y de tu falta de consideración. Te hace ver el mundo desde otra perspectiva, ya que aprendes que tu hijo no tiene por qué ser como tú y tendrás que asimilar sus decisiones, lo cual te hace más tolerante también con los demás.

 

  • Amar intensamente.El amor por un hijo es incomparable y único. Se trata de una personita a cuyo cuidado y excito dedicaras gran parte de tu vida. Sin embargo, lo más característico de esta relación es que no solo posee una gran fuerza unidireccionalmente, de ti hacia él, sino que esa intensidad también se traslada a ti misma. Y es que para un hijo -pequeño, adolescente o adulto- no hay una figura más importante en a su vida que su madre.


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